Finalizada
la criminal y hasta ahora última dictadura militar se sucedieron tres mandatos
presidenciales, a saber, 1) Alfonsin. 1983/1989, 2) Menem. 1989/1999 y 3) De la
Rua. 1999/2001.
El primero llevó como bandera el prólogo de la Constitución Nacional,
fiel a sus actitudes democráticas y creyendo en ese prólogo sostuvo que
con “la democracia se come y…….”
El segundo, al que muchos
peronistas consideraron un santón con capacidad para resolver todos nuestros
problemas y así lo votaron, como todo santón, macaneó de lo lindo con respecto
a lo que iba a hacer, aplicando una vez en el gobierno, medidas totalmente
diferentes a las anunciadas, sumándose al liberalismo más extremo que ya venía
triunfando en el mundo a partir de los gobiernos de Reagan y Tatcher.
En el caso del petróleo,
por ejemplo, privatizó a YPF, tomando una disposición más extrema que la del
mismo Perón que antes de su derrocamiento había comenzado sus negociaciones con
grandes empresas extranjeras de esta rama. Los peronistas no entendieron la
diferencia y lo siguieron apoyando a tal punto que fue reelegido para un
segundo mandato; en definitiva Menem hizo lo mismo que el radical Frondizi que
luego de escribir su famoso libro sobre “Petróleo y Política”
reivindicando la soberanía nacional, también negoció con las grandes empresas
extranjeras, decidiendo que antes que la soberanía era mejor apoyar el autoabastecimiento.
Menem hizo ministro a
Cavallo y se entregó totalmente al liberalismo más extremo, privatizó todas las
empresas públicas, puso el 1x1 facilitando la venta y el cierre de todas las
empresas argentinas, produjo desocupación fenomenal, pese a lo cual, reiteramos,
volvió a ser electo en 1995.
Alfonsín, siempre defensor
de los principios democráticos le facilitó a Menem esa reelección generando
juntos el famoso Pacto de Olivos, cambiando esa reelección por las migajas de
un tercer senador por cada provincia. Un pecado capital.
Alfonsín se fue pareciendo
durante su gobierno con bastante antelación a Menem mediante el cambio de su
ministro de Economía por Sourrille que, también sin tanta exageración, pensaba
y aplicaba medidas similares a las de Cavallo y, por lo tanto fue en
realidad el continuador de la corriente liberal a ultranza iniciada por la
dictadura militar, a la cual, sin embargo, la comandó y dirigió no un milico
sino un “economista”, Martinez de Hoz.
Alfonsín resultó así un
acompañante de la política liberal de esa dictadura abriendo las puertas
a la continuidad menemista, por ejemplo, con la ampliación de la deuda externa
que pasó durante su gobierno de 45.000 a 65.000 millones de dólares, siguiendo
la costumbre nefasta de cubrir los déficits internos con créditos del FMI a
tasas de interés descomunales.
La línea que sin solución
de continuidad se inició en 1976 con aplicación de medidas ultraliberales
se continuo con los gobiernos de Alfonsín, se agravó con Menem y finalizó a
toda orquesta con De la Rúa, que no gobernó dada su total incapacidad para el
cargo y llamando otra vez a Cavallo para que lo sacara del agua. Así, esa
línea de continuidad absoluta en todos los aspectos básicos de la teoría
liberal se puede verificar perfectamente en los gobiernos de la dictadura,
Alfonsín, Menem y De la Rúa, que con todas las diferencias restantes que pueden
alterar estas conclusiones en otros aspectos, marcan a fuego su
similitud. De la Rúa, radical, puso en marcha el AJUSTE.
La gravedad de estas conclusiones
las podemos encontrar en que el pueblo argentino, salvo en el caso de la
dictadura en todos los otros gobiernos posteriores los votó, en tanto pequeñas
minorías despotricábamos en total oposición, previendo y anunciando el caos
.Pero, éramos solo una pequeña anécdota en la política nacional.
Y así, como
consecuencia inevitable de esa continuidad histórica que los sucesivos
gobiernos mencionados, dictadura, radicales, peronistas y radicales que coparon
el Frente final, el país se encontró antes la más grave crisis de su historia
en el 2001, cayendo en un pozo tan hondo que era muy difícil suponer que
resultaría imposible regresar a la superficie y volver a respirar aunque fuere
con muchas dificultades.
Pero, en esos momentos
apareció sin preverla ni esperarla el comienzo de la solución, casi de
casualidad ”Kirchner” resultó en ser presidente del país partiendo de un
miserable 22% de los votos ante lo cual “la Nación” afirmaba que solo duraría
un año.
Y ”Kirchner” rompió la
cadena que hemos mencionado del liberalismo comenzando con la aplicación de
medidas que nadie preveía a pesar de sus mejores expectativas y esperanzas.
Rota esa cadena de la
economía liberal comenzó por establecer la primera condición básica para
lograrlo, romper con el FMI, decidiendo la primera medida de independencia que
permitió la recuperación de la soberanía monetaria, hoy completada con las
reformas a la carta orgánica del Banco Central.
Y así siguió, no con total
acierto pero si siguiendo esa cadena de medidas opuestas al liberalismo
construyendo una nueva economía mediante la indispensable intervención del
Estado y apuntando siempre en favor de una mayor igualdad, base fundamental
para apoyar las libertades democráticas para todos.
Que hay críticas que
hacerle, por supuesto, pero ninguna de ellas destinadas a opacar sus objetivos.
Concluyendo, afirmamos que
el actual gobierno es el mejor que hemos tenido los argentinos en los últimos
años y que ante el mismo se encuentra una oposición contumaz que basa en el
rencor y el odio que les impide sumarse positivamente con el objetivo de
impulsar la línea elegida con nuevas propuestas en el mismo sentido; que no
vale la pena, sino que aquellos que reemplazan sus quejas actuales por el
recordatorio de los hechos y conductas del pasado del cual ninguno se salva,
aún muchos de los actuales participantes del actual gobierno que las han
rectificado, pero que no son útiles nada más que para, reflejando ese odio y
rencor opositor, les sea útil para expresar discursos enardecidos sin otro objetivo
que el de explayarse en esas broncas que no pueden superar porque se sienten
derrotados.
Si aprendieran a vivir el
presente, a aceptarlo, a empujar mediante propuestas en favor de todos los
argentinos, abriendo los ojos y sus cerebritos a la realidad, seguramente
tendrían otro destino político futuro mucho más promisorio que el que
actualmente les asegura sus expresiones basadas exclusivamente en el rencor y
el odio.
Simplemente, sumándose con
críticas, con planes superadores y apoyos correctos pero no por ello
complacientes, volverán a encontrar el verdadero camino, qué quien les dice,
hasta los lleva ocupar el sillón de Rivadavia.
Jueves, 3
de mayo de 2012