El
título pretende confirmar nuestra aseveración de que todas las dificultades que
puedan presentarse destinadas a impedir el progresivo avance que en el campo
económico y social iniciado en 2003 se han logrado, bajo el lema “PARTICIPACION
DEL ESTADO EN LA ECONOMIA”, se centrarán, a nuestro entender en el comercio
internacional, sintéticamente, si el resultado de las importaciones versus las exportaciones producirá un saldo
favorable a estas últimas, con la condición de que ese saldo no sea inferior a
aproximadamente 10.000 millones de dólares o algo más.
Veamos el primer tema el de las importaciones que el gobierno ha
comenzado a controlar apuntando a su reducción dentro de la lógica, las
imprescindibles no, las prescindibles sí.
Las primeras, las que no se
pueden ni se deben suprimir son las necesarias para el mantenimiento de nuestra
producción industrial, agropecuarias y otras. Todas las actividades que aporten
al crecimiento de nuestro PN deben recibir los insumos para seguir creciendo
cada vez más.
Claro, cuando esos bienes o
insumos importados pueden ser elaborados en nuestro país reemplazando las
importaciones, se debe poner en marcha un plan que conduzca a la satisfacción
de esos propósitos, mediante las inversiones, créditos bancarios, beneficios
impositivos que las faciliten e impulsen.
Hacer un llamado nacional
para que todos aquellos que deseen participar en estos proyectos se presenten
ante las autoridades para convenir las posibilidades destinadas a la resolución
positiva de estos planes, inversiones, beneficios y capacidades técnicas y
otras condiciones complementarias.
Ese llamado podrá
incorporar a los interesados
extranjeros, así como a las fábricas ya instaladas en el país que
necesiten esos insumos que hoy día
importan.
Pero, diferente es el otro
problema, el de las importaciones prescindibles ya que en este aspecto podemos
coincidir algunos y otros no.
Por ejemplo, sectores
sociales de gran capacidad adquisitiva pueden reclamar el derecho a adquirir
bienes importados ya que, como es una costumbre entre nosotros, lo nacional no
tiene calidad.
Pero, otros sectores
sociales altamente mayoritarios pueden prescindir de esas importaciones dado
que sus ingresos no son suficientes y porque, además, como consecuencia de ese
nivel adquisitivo nunca han incorporado esa necesidad de consumir lo importado.
En el primero de los dos
sectores podemos citar a título de ejemplo a los adquirentes de autos
importados, de camisas, corbatas y traje ingleses, de vajilla china, de zapatos
italianos, de vestidos franceses, etc., etc., etc., de cigarrillos ídem, etc.,
etc., etc.
Claro que como el monto de
esas importaciones aparecerían como de un valor total poco significativo, “sus
víctimas” pondrían el grito en el cielo en forma similar a los que protestan
que en el país no hay libertad de expresión en tanto escriben y gritan sin
restricciones todos los juicios e insultos que se les ocurren.
Bueno, por si acaso,
tomémoslo como un chiste; una chirigota, como decía mi profesor de física cada
vez que se le interrogaba por algo incorrecto. No obstante lo cual alguna
exageración hay, dado ya que los autos fabricados en el país son bastante
modernos y eficientes. Además para aumentar las cantidades a no importar
podríamos agregar los chocolates suizos y las motocicletas de alto porte.
Redondeando, de lo que
estamos seguros es que en el monto de valores importados se esconde una cifra
que podría llegar a ser más que interesante para prohibirlas sin sufrimiento
para nadie ya que existen sustitutos nacionales para suplirlas.
Por ahora, nos reduciremos
al tema global basados en la necesidad de reducir las importaciones para
mejorar el superávit de la balanza externa ya que si no lo hacemos y
continuamos respetando las decisiones tomadas por las petroleras de bajar su
producción de petróleo podríamos vernos
en dificultades.
Lo que conlleva reiterar la
expresión de que “vivir con lo nuestro” como lo escribiera un conocido
economista compatriota es una exigencia que puede transformarse en una necesidad insoslayable
destinada a asegurar el superávit referido.
No vaya a ser que por
respetar el deseo de algunos de importar sus calzoncillos desde Londres o Nueva York comience a faltar
guardapolvos gratuitos para los escolares argentinos, o peor, falte pan en sus
mesas.
Otra cosa son las remesas de
las utilidades empresarias, beneficios obtenidos del trabajo argentino
destinado a que los dueños del capital en el extranjero tengan sus panzas
llenas.
Miércoles,
21 de marzo de 2012