Cuando
uno se decide a efectuar predicciones sobre el futuro corre el riesgo de meter
la pata. Así les ha sucedido a través de la historia a muchos pronosticadores
que le han errado total y absolutamente a sus pronósticos, y algunos de
esos tremendos y transcendentales errores nos siguen produciendo risas
por su extrema magnitud. Por ejemplos cuando nos anunciaban o mejor dicho les
anunciaban a sus contemporáneos que el mundo se acabaría cuando se alcanzara el
año 1000, número que se ajustaba previamente a sus propias creencias ya que
para otros, podías ser el 1.000.000 o el 5.000 u otro cualquiera.
Un caso similar por su enorme trascendencia ocurrió allá por el
comienzo del siglo XX cuando ante el anuncio de la llegada a las proximidades
de la Tierra del cometa Halley se hizo un anuncio similar al anterior, listo,
el mundo terminaría su funcionamiento total incluyendo, por supuesto, a todos
sus habitantes.
Lo grave de estos anuncios
es que el resultado o consecuencias de semejantes características son aceptados
por muchos, produciendo suicidios y muertes colectivas y también algún jolgorio
personal como el de tirarse a la vecina total el hecho no produciría
consecuencias; muerto el culpable y muerto el juez, y, por lo tanto,
tampoco no habría condena, muerto el perro se acabó la rabia.
Pero pese a estos
convencimientos de que todo pronosticador, dado la muy voluble conducta de los
humanos, corre el casi seguro riesgo de ser el hazmerreír de todos su
contemporáneos, nos hemos decidido a practicar esta dudosa actividad
corriendo todos los riesgos antedichos cuando la futura realidad nos desmienta
total y absolutamente. Para reducirlos dejemos en claro que este es para
nosotros un simple juego de anticipación al cual le damos curso para
entretenernos en esta tarde lluviosa, advirtiendo sin embargo que el pronóstico
en sí no es el producto elaborado en unos pocos minutos de lluvia y frío, sin
mate ni tortas fritas que a esta altura de mi vida mi estómago no las acepta. Y
con este prólogo, damos comienzo a nuestra premoniciones, que son el resultado
de una observación detallada y quizás hasta precisa de la situación política
actual, las conductas de los diversos grupos dirigentes, las ideas que
sostienen y, en fin, de todos los aspectos que pueden ser incluidos para
suponer cual será el desarrollo de los acontecimientos políticos, claro que no
en el año 3000 como los antiguos pronosticadores, sino, particularmente, en el
lapso que enmarca la vida de los argentinos desde aquí hasta el próximo año
2015.
Se mantendrá un grupo de
derecha impulsado abiertamente por los medios de comunicación hegemónicos y sus
voceros, creyentes sinceros algunos y por lo tanto, respetables basados en sus
derechos de la libertad de pensamiento y de expresiones; grupo que a pesar de
que ha perdido algunas pequeñas o no tanto batallas en estos años,
considerando que ello no significa que haya sido derrotado finalmente en la
guerra permanente a la que apuntan, seguirá en sus treces, con la esperanza de
acontecimientos basados en factores externos que redunden en la marcha de la
economía nacional, aunque más no sea transitoriamente, para dar el zarpazo con
el objeto de recuperar sus posiciones dominantes que terminarán en un plan de
AJUSTE. Será el momento, al margen de su magnitud, en que todos los corifeos,
más pagados que creyentes sinceros, eleven sus voces reclamando el mérito
de que sus catastróficos anuncios se habrán cumplido. Será, casi seguramente,
un lapso de escasa duración pero apto para justificar la aplicación de los
cambios proclamados durante todos estos últimos años. Tendrán en su favor los
apoyos de todos los organismos internacionales, los tradicionales internos como
la jerarquía eclesiástica y, por supuesto, de los dueños de las tierras y
las empresas internacionales.
Esa DERECHA, cuyas garras
las observamos diariamente, siempre atenta al mantenimiento y recuperación del
status quo que obra exclusivamente en su favor, seguirá minuto a minuto la
tarea de destrucción y poco a poco hará pública su elección del hombre y de los
hombres que deberán ejecutar su conocido programa de desigualdad y
concentración de poder. Será, como ahora parece serlo, Macri u otro, dado que
el mencionado parece carecer de piné, pero esta elección carece de importancia
dado que, sea quien sea, será un monigote que deberá responder solo a los
propósitos de esa DERECHA.
Pero esta supuesta
predicción carece de importancia, dado que sea quien sea, el programa de la
derecha no tiene ni tendrá cambios, SERA ASÍ, cualquiera fuere su representante
nominal o presta-nombre.
Dentro de esa Derecha
podemos considerar que formarán parte los restos disidentes del peronismo, que
resistiéndose a morir en los últimos años de sus vidas políticas y también
físicas se prestarán a acompañarla solo a los efectos de ser nombrados quizás
por última vez antes de desaparecer para siempre. Será solo un intento de
evitar por algún tiempo más a transformarse en individuos totalmente anónimos.
La mayor dificultad en este
pronóstico lo encontramos cuando debemos hacer la proyección de los radicales
que, para nosotros, vienen perdiendo o ya perdieron aquél slogan que sostenía
“se dobla pero no se rompe”, ya se han roto, como lo demostró la muy reciente
votación en favor o en contra de la expropiación de YPF, en la que quedó
claramente demostrado que algunos de sus dirigentes no se resignan a dejar de
lado los viejos y permanentes principios que destacaron su línea política, en
tanto que para otros que para certificar que no, que no tienen nada que ver con
su propia historia. Este análisis me hace acordar cuando años ha, algunos
dirigentes del viejo partido socialista encabezaron la oposición contra el
original peronismo o sea contra la clase trabajadora argentina, a la cual la
dibujaban con una bombilla que penetraba sus mentes vacías.
Como esa rotura es, desde
el punto de vista de un observador imparcial, definitiva, el tema a resolver es
que actitud tomarán los que, respetuosos de su pasado, deberán
indefectiblemente enfrentar tres posibilidades: 1) seguir acompañados por
esos otros, 2) separarse o unirse como segundones al frente progresista, o 3)
arrimarse al gobierno nacional dado que muchos de los reclamos radicales se han
cumplido como ellos los reclamaron, resignándose a ser segundos pero partícipes
en un proyecto nacional que también los representa.
Cuanto más demoren en tomar
una decisión será más difícil su reacomodamiento, por lo cual sostenemos
que cuanto antes acepten la realidad mayores serán los beneficios políticos y
personales que reciban.
Nos queda finalmente el
Frente Progresista, comandado por un Partido Socialista que como tal ha
cometido y sigue cometiendo algunos pecados sobre los cuales no deben reiterar,
por ejemplo la candidatura a vicepresidente del senador Giustiniani que, como
buen laico, no pudo haber integrado la fórmula con una representante de la
iglesia católica como Carrió y, en cuanto a aspectos políticos, actuar como
verdaderos socialistas y no como un nuevo Partido Demócrata Progresista
dedicado a la defensa de los intereses de los sectores agro-ganaderos, como lo
demuestra el hecho concreto de sus posiciones en contra de las retenciones y el
miserable impuesto inmobiliario rural por lo cual pierden ingresos provinciales
que hoy los conducen a un posible déficit, para cuya modificación ofrecen
aumentarlo en un plazo de ¡seis años! En el año record del precio de la soja.
Es decir, o ser socialistas como lo reclaman o no serlo, aceptando la realidad
de su propio pensamiento real y efectivo. Vale la demostración que en la
segunda vuelta de las recientes elecciones el incremento de sus votos se derivó
de los votos que originalmente le pertenecieron a Duhalde y al Pro.
Sintéticamente, deberán sincerarse para poder constituirse en un Frente que sin
dejar de apoyar las medidas positivas de este gobierno resuelva finalmente
sumarse al mismo para impedir a la Derecha que aprovechará cualquier división
del progresismo para derrotarlo.
Las otras fuerzas menores,
como la que supo desarrollar Solanas deberán seguir el mismo camino, sumarse
contra la derecha, y solo nos queda referirnos a la izquierda tradicional que
sigue empecinada en no seguir los consejos del propio Lenin cuando aconsejaba
que había que dirigirse y atender las contradicciones inmediatas y no las
futuras para poder progresar en la construcción política.
Nos queda referirnos no a
las agrupaciones en particular sino a aquellos que perteneciendo a una
agrupación política determinada, no respetándose a sí mismos, abandonando su
propia estima personal, se reacomoden respondiendo a una ganancia inmediata,
léase cargo, con el cual resolver sus propias aspiraciones personales.
Sábado,
28 de abril de 2012