Lo
primero a destacar es un hecho muy singular, colateral al tema del aniversario.
Nos referimos a la forma despectiva para con nuestra enseña patria con que se
han referido los personajes de siempre
que pese a la paliza recibida el 23 de octubre pasado no se rinden. Por lo menos así lo expresan al sangrar por la herida, como suele
decirse en el ambiente futbolero cuando el equipo de sus preferencias perdió
por goleada. Lo lamentable, es que los que así hablan no son los directamente heridos sino sus
amanuenses y alcahuetes que, suponemos, cobran
bien por cumplir con esas
deleznables funciones.
Al referirse a la
prohibición acordada con otros países latinoamericanos para que ninguno deje
amarrar en sus puertos navíos que exhiban como estandarte una bandera de Las Islas Malvinas, lo tratan
como un éxito menor porque “las banderas son solo un trapo que para evadir la
medida restrictiva puede cambiarse por otra, otro trapo, según esas opiniones,
quitándole todo valor al asunto.
Cambiamos el “trapo” y ya
está, HECHA LA LEY HECHA LA TRAMPA, AFIRMAN SONRIENTES. Pretenden otorgarle a
las banderas un papel secundario que por lo tanto puede ser utilizado para
trampear como en una jugada de truco, quitándole toda la importancia y la
significación que ese “trapo” posee para todos los pueblos del mundo y, por lo
tanto, para el nuestro, como símbolo de
la soberanía, como estandarte por el cual en su defensa los portadores mueren
en las batallas, que logran conjugar dado su carácter simbólico las opiniones
de todos los que nacidos en cada pueblo dejan de lado todas sus diferencias menores y mayores que en la vida
cotidiana los enfrentan, para impulsar conductas de unidad totalmente
singulares y sobresalientes.
Quien logra esos efectos
mágicos de lograr la unión de los pueblos para pelear juntos en su defensa,
evidentemente, porque así lo prueba la historia, la bandera, ese trapo de
distintos colores que como tal no significan nada, pero que cuando se inscriben
en una bandera, juntan las cabezas, los cuerpos y los corazones para
defenderlos hasta hacer el sacrificio supremo de ofrendar la vida, aunque no sea
más que para levantarla y sostenerla en alto como signo supremo de que la han
defendido hasta perder la vida.
La bandera es así, la
expresión suprema, el símbolo mayor que en todos los momentos de paz o de guerra nos representa a todos y por eso,
haber impedido su uso en la trampa ejecutada por el invasor imperial, es un
triunfo hecho en paz, pero siempre defensor de la soberanía.
Al festejar los doscientos
años de la creación del TRAPO BICOLOR que es la bandera argentina , como dice
una frase histórica “ nunca atada al carro de ningún triunfador de la tierra”,
sino a los estandartes que San Martin elevó a su máxima gloria al ponerla al servicio de la libertad
de todos los pueblos americanos, le rendimos nuestro más sentido homenaje que
incluye en el mismos a todos aquellos que por defenderla y sostenerla en alto
dieron su vida como la dación máxima que puede hacer un ser humano por el
símbolo que lo representa totalmente.
Al impedir su uso, el de la bandera de un país ficticio,
hemos construido una defensa de nuestra soberanía que implica que sólo bajo la
denominación de Islas Malvinas podrá usarse una bandera que no será otra que la
azul y blanca, a la cual como símbolo unívoco de nuestra soberanía le rendimos
el más profundo homenaje.
¡¡Viva nuestra bandera,
libertadora de pueblos, sostenedora de la paz, gloriosa aún en las derrotas,
justa y generosa en las victorias, símbolo de un pueblo, el nuestro, que ama la
paz y la concordia entre todos los seres humanos!!
Miércoles,
8 de febrero de 2012