En
el mes de agosto de 1975, tuve la oportunidad de compartir una charla con el
General Viola respondiendo a una convocatoria que me efectuara motivada en sus
deseos de entrevistar a personas que
tenían o habían tenido participaciones en la política nacional; participaciones
que en mi caso, se habían reducido a ser en repetidas oportunidades candidato a
diferentes cargos, desde diputado a senador nacional, así como también a
gobernador por la Pcia. de Santa Fe; demás está agregar que nunca fui elegido para nada, como si no
hubiera ni siquiera salido de la “gatera”.
Recordamos que en agosto de 1975 aún teníamos un gobierno elegido
constitucionalmente encabezado por Isabelita y que el citado general era el
jefe del cuerpo de ejército ubicado en la ciudad de Rosario.
La reunión no fue ni muy
cordial ni tampoco agresiva y durante su desarrollo Viola que daba la
casualidad estaba casado con la hermana de un compañero de mi servicio militar
en Paso de los Libres, de apellido Giorgio, lugar, además, del primer destino
de Viola en su calidad de subteniente recién egresado de la escuela de
oficiales, y también de Videla; razón por la cual tuvimos oportunidad de recordar algunas anécdotas referidas a las maniobras
más extensas y numerosas realizadas por el ejército que a nosotros los
incorporados al servicio nos habían costado una caminata de más de 500 km, la
distancia desde Libres a La Paz- Entre Ríos, a la cual habíamos arribado ya
rotos los zapatones, en zapatillas y también en patas subidos a diferentes
carromatos.
La conversación comenzó
sobre temas de economía con expresiones de Viola, muy enfáticas, en las cuales
puso de manifiesto su adhesión a la economía liberal- quizás adelantándome el
futuro- a lo cual le manifesté mi disconformidad señalándole la necesidad de la
participación del Estado en la economía y de la planificación; por supuesto,
nuestra discordancia fue total.
A continuación comencé a
manifestarle mi convicción de que la situación política y social de la
Argentina iba camino, como por un tubo directo, hacia un nuevo golpe militar.
Dijo sorprenderse de mis anticipos a los
cuales negó posibilidades, totalmente, ante lo cual tuve que aclararle, yo, un
pobre ciudadano, que era solo una idea que no estaba ligada a ningún plan en
desarrollo, y que, por lo tanto, era totalmente inocente de cualquier sospecha;
él lo aceptó, seguramente debido a que como en realidad SI estaba ligado
a un futuro y previsible golpe, tenía conocimientos de quienes participaban y
quiénes no.
Como insistí en mis
anticipaciones le pedí que, aceptando a título de simple “juego” mis sospechas,
diera respuesta a dos inquietudes que
podían también ser denominadas como “solicitudes” de un civil a un jefe militar
que posiblemente tuviera participación en el evento que le anunciaba.
Primero, le dije, que
cuando estén en el gobierno, eventualidad que repito aceptó solo como un juego,
un juego de mesa a los cuales son adictos los militares para analizar las
posibles y remotas guerras reales, que desde el gobierno ustedes conversen y
consulten a todos rompiendo ese hábito de pedirles opiniones a solo a los
coincidentes, por ejemplo que personas como yo con ideas totalmente opuestas a
las suyas como acabamos de ponerlo evidencia, también sean llamados a consultas
e intercambio de ideas.
Viola, levantando los
brazos, enfáticamente, me respondió, “por supuesto”, “yo -o sea él- soy hombre
de consulta permanente, descuéntelo”.
Mi segunda preocupación era
más difícil de poner de manifiesto, pero ya que estaba en el lío pasé a
manifestársela.
Que ustedes en el gobierno
adopten todas las medidas CON LA LEY EN LA MANO. Si resuelven que hay que
condenar a quien comete una infracción que deba ser juzgado, antes hayan
dictado la norma legal y pública que marca el juzgamiento de esa infracción.
En este momento, tuve la
impresión de que había dado en el clavo. Viola, enfáticamente, con un grado o
nivel elevado a la centésima potencia me retrucó NO TENGA NINGUNA DUDA.
Si hubiera respondido a los nuevos anticipos que
vinieron a mi cabeza al ver su reacción, seguramente me hubiera exiliado para
poner distancia con los reales sucesos del futuro inmediato.
Viola, a la semana pasó a
ser el Jefe del Ejército, dejó Rosario y el 24
de marzo de 1976, apenas cinco a seis meses después, miembro de la
primera Junta Militar que desconociendo
todas las normas legales, constitucionales, morales y de piedad humana,
pasó a perseguir, encarcelar, matar y desaparecer a miles de argentinos, de
cualquier edad ,sexo o condición, y además, tirar al Río de la Plata cadáveres o no, a seres humanos,
sin respeto, sin piedad, sin límites a los cuales sus propias creencias
religiosas los obligaban, hasta alcanzar el máximo de su desprecio por la ley
dedicándose al robo de hijos extraídos de los vientres de las madres a las
cuales, al mismo tiempo las torturaban y violaban.
A veces me asusto por el
acierto de mis predicciones formuladas en aquella entrevista ocasional y sin
aparente valor, en la cual se me negaban los planes futuros; Martínez de Hoz y
represión total, para decirlo muy sintéticamente.
Domingo,
25 de marzo de 2012