Se
cumplen 30 años del día nefasto y terrible que los dictadores que ejercían la
totalidad del poder que les permitió durante unos años ser los dueños absolutos
de la vida de todos los argentinos, aún de aquellos que los apoyaron y
colaboraron con ellos, decidieron, para asegurar su permanencia, invadir las
Malvinas, garantizados por el sentimiento profundo conformado por años y años
de nuestra historia, todos estábamos destinados a apoyarlos, y además, aceptar
sus propósitos de permanencia cuasi eterna.
Dos hechos totalmente contradictorios señalan con letras de fuego las contradicciones
de las actitudes de nuestro pueblo para señalar la profunda intensidad de las
disparidades existentes. La enorme concentración popular en Plaza de Mayo
destinada a expresar todas las quejas y dolores acumulados desde 6 años atrás,
disparidad que el régimen respondiendo a su propia razón de ser reprimió
ferozmente, y la concentración del día siguiente, el 2 de abril de 1982 para
responder y apoyar la decisiva medida adoptada de invadir las Islas Malvinas.
Una clara dicotomía de dos
reacciones encontradas, esa actitud de
protesta airada y apoyo popular que la dictadura aprovechó para la exaltación
de sus criticados dirigentes.
Castigo, persecución,
represión y muerte el 30 de marzo y gritos y aplausos fervorosos el día siguiente, en un aquelarre
confuso y apasionante como consecuencia de lo cual todo terminó en una
confusión tremenda que duró hasta apenas dos meses después, cuando la derrota
en la guerra permitió que las mentes y pasiones de cada ciudadano fuera
recobrando su equilibrio y agregando a la derrota en la guerra que eligiera
determinar también la derrota de la dictadura en la paz y recomenzáramos todos
unidos el camino hacia la democracia.
La brecha abierta por la conjura de represión y
vítores fue abriéndose impulsada con toda la violencia contenida hasta que la
ciudadanía rompiera los diques ahora frágiles de los represores e impusiera su
voluntad de liberarse de las cadenas que la sofocaban.
Por unos instantes, todos
los muertos y desaparecidos recobraron sus vidas así como también las acaecidas
en las tierras malvinenses y en los mares cercanos, y uniéndose a los aún vivos
celebráramos la alegría del triunfo final.
Ya pasados 30 años de aquél controvertido
episodio que unió a los represores con sus víctimas transitoriamente, la
realidad actual nos indica que los reclamos por esas islas irredentas siguen
tan fuertes como siempre y que el impulso de tratar de recuperarlas ha tomado
el definitivo camino de la paz y que por ello de aquellos dos actos recordados
sucedidos en días sucesivos, superado el dolor del primero y vigente la pasión
del segundo, debemos rendirle un total homenaje a todos aquellos que dieron sus
vidas por las dos causas, el de vencer a la criminal dictadura y los que
ofrecieron las suyas en las Islas Malvinas.
Por eso, para conmemorar
ambos hechos, nefasto el primero y pleno de heroísmos el segundo, proponemos en
homenaje a todos ellos la efectivización de un SILENCIO TOTAL para recordarlos
desde hoy y para siempre jamás.
Lunes, 2
de abril de 2012