Hemos
tomado el artículo publicado en su edición de hoy (6/5/2012) por Pagina 12,
reiterando el título del mismo, y un comentario preliminar efectuado por su
autor, el periodista Horacio Verbitsky mediante el cual sintetiza su opinión al
calificar el documento descubierto en el Archivo del Episcopado Argentino, de
“sobrecogedor”.
En el citado artículo se dice que en ese documento secreto se
cuenta la actitud de las Fuerzas Armadas con respecto a los asesinados por la
dictadura a los cuales, por conveniencia, se decidió darle la calificación de
desaparecidos, explicación mediante la cual el ex general Videla le relató a
tres obispos las razones del ocultamiento de que a las arrojados al Río de La
Plata y otros torturados y finalmente muertos por los más diferentes
mecanismos, que según el citado asesino sumaron más o menos 8000/9000
ciudadanos y creencias políticas y políticas, quizás hasta de sus preferencias
por uno u otro club de futbol, y que en realidad sumaron alrededor de 50.000.
En realidad esta noticia no
agrega nada al conocimiento de la opinión pública nacional y menos aún en boca
del asesino Videla pero si en cuanto al grado de conocimiento de la jerarquía
de la Iglesia Católica Argentina y sus íntimas relaciones mantenidas durante todo
el proceso con los representantes de la dictadura, y el momento en el que
tuvieron total conocimiento del tratamiento dado al conjunto de militantes que
pagaron con su vida su capacidad de enfrentamiento, ya que el citado documento
está fechado según el diario Clarín, informado por este diario en una reunión a
la que fueran invitados los miembros de la denominada Conferencia Episcopal, o
sea el 10 de abril de 1978. Es decir, casi en la mitad de la duración de la
dictadura.
O sea, la Iglesia Católica,
en conocimiento de semejante aberración practicada por las fuerzas armas en vez
de hacer pública esa “sobrecogedora” comunicación de la cual, al aceptar el
secreto del cual pasaban a participar los hacía cómplices, generando en todos
nosotros el convencimiento de su participación en el maldito proceso, una
participación de primer nivel, con el agregado de que aún en estos días recién
y por confesión del propio Videla tomamos conocimiento que para evitarse
problemas derivados de la reacción de la opinión pública a los asesinados se
decidió llamarlos desaparecidos. Permitiendo, como cruel corolario, que las
madres de tantas víctimas recién ahora deban aceptar que sus hijos están
muertos y no desaparecidos, al margen de que ese convencimiento ya era carne en
todos sus sangrantes corazones.
Como resultado de este
análisis se nos ocurre pensar y sostener que en realidad entre Fuerzas Armadas
e Iglesia Católica se puso en marcha una institución ilegal e ilícita que
podemos asimilar como una NUEVA INQUISICIÓN que durante varios siglos condenó
con torturas previas a miles de ciudadanos de todos los sexos y edades y
creencias a ser asesinados mediante su quemazón, en este caso, públicamente, a
todos aquellos que eran denunciados por herejes por el mero informe de cualquier
otro, sin pruebas de ninguna naturaleza, como por otra parte también en forma
similar mató la dictadura sin juicios y sin pruebas, al margen de la delación.
Similitud sobrecogedora,
tremenda, que nos produce a todos, esta actitud de la Iglesia Católica que
resultó, según lo que se nos informa, cómplice en la puesta en marcha de esta
NUEVA INQUISICIÓN, que por otra parte aún no se ha arrepentido públicamente de
todos sus crímenes, salvo el caso muy reciente de haber perdonado a Galileo
luego de algunos siglos posteriores, pero no de Bruno Genta y otros, tan
desconocidos como los DESAPARECIDOS, todos tan muertos por torturas y
asesinatos de Dictadura e Inquisición.
Domingo,
6 de mayo de 2012