Un
debate muy interesante de cuyos resultados depende el mantenimiento o no de los
castigos penales derivados, que producirá culpables o inocentes. Lo primero que
puede advertirse entre los oponentes en este debate es que, como en principio
no era dable de esperar, se muestran dos grupos con una clara identificación en
otros campos del pensamiento o mejor dicho ideologías, que aparecen claramente
delineadas en la sociedad argentina.
Mientras que uno de esos grupos expresa su relación con lo que se
denomina derecha, dado su oposición a ultranza con las posibilidades de poner
en marcha una política de despenalización, por lo cual está claramente
identificada con otras posiciones que así lo señalan, tales como su oposición a
las decisiones en general y en particular del gobierno actual, es decir, en
contra de todo; al otro grupo estos mismos derechistas lo acusan de pertenecer
a la izquierda, como lo escuchamos en un programa de TV reciente, en el cual
uno de los que se opone acusaba al otro de zurdo y hasta casi llegó a pegarle,
lo que no consiguió debido a la pronta reacción del periodista invitante.
Planteadas así las cosas
por el sector de derecha, nos parece una simplificación absurda mediante la
cual se evita la realización de un debate muchísimo más amplio que nos
permitiría a todos informarnos y decidir con respecto a cuál sería la solución
más correcta, aunque nunca lo será absoluta y definitiva, dado que en
ella quedarán incorporados matices influyentes referidos al nivel de
comportamiento de la sociedad en cada momento histórico.
Los que ya tenemos unos
años encima debemos recordar los cambios en las costumbres y hábitos que
influían en nuestra juventud, totalmente contrarios a los de la juventud
actual, para tomar conciencia de los cambios habidos, cambios a los cuales
hemos tenido que aceptar a regañadientes en tanto, pasados los años, hoy
los observamos con total naturalidad.
Un ejemplo claro y sencillo
nos da la razón. Hasta no hace muchos años, 1950, las piletas de natación no
aceptaban el uso común de hombres y mujeres, lo que si bien a algunos nos
parecía una tontería mayúscula, lo aceptábamos sin protestar mayormente.
A fin de año para las
fiestas los jóvenes nos quedábamos junto a nuestros padres y hoy en día
nuestros hijos y nietos no lo hacen, y en el ejemplo anterior, los actuales
hábitos aceptan el baño común con mínimas prendas.
Como advertimos que estos
ejemplos usados solamente para una clara interpretación de los cambios que día
a día, quizás sin advertirlos, vienen sucediendo y son aceptados, lo que no
quiere decir que tengan la misma significación e importancia el hecho de
bañarnos juntos y disparar de las reuniones anuales, con el tema en
tratamiento, o sea, el problema de la penalización o no del uso de las drogas.
Traigamos otros ejemplos
reales sucedidos en otros países, por ejemplo, los Estados Unidos de
Norteamérica, que nos fueron prolijamente informados y documentados mediante el
cine, con la difusión de gran cantidad de películas que nos exponían las
consecuencias del dictado de la denominada “ley seca” destinada a
prohibir el consumo de alcohol entre sus ciudadanos, lo que dio lugar a la
creación de verdaderas mafias de fabricantes y asesinos como la del famoso Al
Capone que, además, con la acumulación de riquezas y poder les permitió ser los
dueños de ciudades enteras como Chicago, lo eran también de todos los poderes
públicos, intendentes, concejales y jefes policiales.
Este ejemplo real y
objetivo, como el que podemos citar en otro orden, la prohibición de la
pedofilia que a pesar de las sanciones dispuestas por la ley sigue en pie, con
la participación probada de hombres de la Iglesia, una institución oficialmente
ligada al pensamiento de la derecha, en este y el resto de los países del mundo
en el cual actúa; Iglesia que no impide la pedofilia en tanto impone el
celibato obligatorio.
Por eso insistimos que
consideramos una ridiculez esta reducción de la derecha a un problema con los
“Zurdos”, queriendo dividir en otro tema a la sociedad argentina mediante un
debate banal y estúpido que reduce las decisiones y le quita validez y
profundidad a los análisis.
Recordemos para certificar
esta afirmación que todos, derechistas y zurdos, entre los cuales me coloco,
tenemos hijos y nietos y hasta biznietos como es mi caso, y no tenemos derecho
a simplificar este problema desde la óptica miope que emplean los que sí
quieren hacerlo desde la óptica reduccionista a la que nos conduce sus
posiciones en otros temas, para recordarle simplemente que en la época de los
prostíbulos los mismos eran alquilados con exclusividad por los señores ricos
para el exclusivo uso del que ponía el dinero y sus amigos, de lo cual también
podemos dar ejemplos, como en el caso del aborto al que las chicas de familias
“bien” acuden para lavar sus pecadillos a consultorios bien provistos, en
tanto las parteras barriales matan dos o tres centenares de miles
al año de las muchachas que carecen de dinero para hacerlo.
Y en el caso particular del
consumo de drogas participan también los chicos y chicas bien, sin riesgo de
ser detenidos como tampoco lo son los que en los autos de sus papás atropellan
y matan, sin castigo, como existen ejemplos a granel en nuestra sociedad y en
todas las sociedades del mundo en las cuales la existencia de los poderosos del
dinero abundan y abusan para desgracia del resto de los mortales.
Finalmente y para adelantar
nuestra conclusión, no como zurdo sino como un padre, abuelo y bisabuelo
preocupado por una numerosa prole que está sujeta a los mismos problemas que
atañen en principio a la juventud, aunque el consumo de drogas se expande a
diferentes edades, creemos que lejos de castigar al consumidor, que es una
víctima a la cual hay que apuntar todas las medidas destinadas a su rescate,
dedicando todos los esfuerzos a perseguir a los traficantes; que cuanto más prohibiciones
existan destinadas a los consumidores más tendrán la seguridad de aumentar sus
inmensas ganancias.
Despenalizar el aborto,
como despenalizar el consumo de drogas, como ya sucede en otros países del
mundo, es una obligación que deberá tomarse, ya que no se trata de una disputa
entre derecha e izquierda, sino entre seres humanos que aceptan porque los
cambios así lo imponen, porque las sociedades, aceptémoslo o no, CAMBIAN
PERMANENTEMENTE.
Persigamos
a los culpables no a las víctimas, esa es la resolución que debemos apoyar.
Miércoles, 6 de junio de 2012